En este idílico rincón del suroeste de la isla de Gran Canaria, las barcas y pequeños pesqueros se mezclan con los yates y embarcaciones de recreo. Junto con su playa de blanquísima arena blanca y el perímetro urbanizado forma uno de los conjuntos turísticos más elegante y sugerente de la isla. Forman también parte de este escenario los restaurantes, comercios y jardines que se suceden en los recorridos peatonales de sus calles. Junto al muelle se levanta la urbanización de casas sobre pequeños canales de agua que aumenta el encanto del barrio marinero.
Otra estampa excepcional se divisa frente a la antigua Lonja, donde las pequeñas embarcaciones de los pescadores descansan y otras esperan fuera del agua algún retoque en su desgastada pintura. Algunos niños juegan con las redes que sus padres utilizan a diario para “llevar el pan a casa”. Otros, tratan de imitar a los pescadores con minúsculas cañas. Pasear por sus calles, detenerse en sus canales o sentarse en un poyo a ver pasar la vida es toda una delicia.